Apple dio por concluida la obra de su nueva sede, levantada sobre terrenos que pertenecieron a HP, en el Silicon Valley californiano, y a la que se considera un hito de la arquitectura e ingeniería.
La empresa no tiene planes de abrir al público los espacios de trabajo, a excepción del nuevo centro de visitantes, al que pueden ir compradores, curiosos y fans, tomar un café, comprar recuerdos y algunos de sus aparatos. Bajo invitación, también se puede entrar al Teatro Steve Jobs, donde tendrán lugar reuniones y presentaciones.
El edificio, cuyo costo supera los 5.000 millones de dólares y fue un encargo del propio Jobs al arquitecto inglés Norman Foster (el creador del Centro Cívico, sede del Gobierno porteño, en Parque Patricios), tiene un problema inesperado.
Según informaron Market Watch y Bloomberg, haciendo referencia a empleados que prefieren seguir en el anonimato, son frecuentes los accidentes por chocar contra los cristales del edificio.
Tras los primeros accidentes, los empleados de Apple empezaron a poner notas "Post-it" para marcar qué cristales ejercen como pared y cuáles son una puerta.
Sin embargo, estas notas temporales duran poco haciendo su cometido; los operarios de limpieza las retiran para mantener la estética ideal del espacio.
Apple se enfrenta a una posible demanda por parte del estado de California cuya ley contempla estos casos: “Los empleados deben estar protegidos ante un posible obstáculo, cristales, barreras o ausencia de marcas sobre los mismos”.
Este no es el primer quebradero de cabeza de los cristales de Apple. En 2012 una cliente de 83 años los denunció tras romperse la nariz contar un cristal en una de sus tiendas en New York.
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