Mal usada, la popular aplicación puede convertirnos en esclavos; cómo incorporarla correctamente a nuestras vidas para poder sacarle el mayor partido.
Mensajes breves, nada de grupos y mucho cuidado con el doble tilde azul.
Además, la frontera que separa la utilidad de la esclavitud en WhatsApp es muy delgada. Tanto, que algunas cuentas de la exitosa aplicación de mensajería comienzan a mostrar los mismos síntomas de agotamiento que uno puede encontrar en el correo electrónico: mensajes sin leer, sensación de saturación o grupos abandonados.
- Es una app de mensajería, no de chat. Es cierto que cada cual puede utilizarla como mejor le convenga, pero si nos atenemos a los orígenes y espíritu de WhatsApp, la plataforma brilla cuando la utilizamos para lo que fue concebida: enviar mensajes cortos a los móviles del destinatario para que éste se dé por enterado de algo concreto y urgente. Si la usamos en conversaciones sin fin o para comentar el partido, más nos vale ser conscientes de que aquella conversación puede resultar interminable, con la consiguiente pérdida de tiempo para los interlocutores.
- Decile NO a los grupos. En un mundo a contrarreloj y en el que estamos siendo permanentemente bombardeados por notificaciones, no tiene mucho sentido echarse encima la fuente inagotable de pitidos que puede suponer un grupo en WhatsApp. Y precisamente por lo expuesto en el punto anterior, conviene ser radical en la gestión de los grupos, sobre todo en aquellos que sean improductivos: hay que aprender a salirse educadamente del grupo, o si esto nos pone en una situación comprometida, lo más recomendable será silenciar ese grupo para que no nos moleste más.
- Enviá mensajes breves y al grano. Si no queremos vernos acosados por una conversación sin fin, lo más recomendable es acostumbrar a nuestro interlocutor a que somos educados, pero parcos en la comunicación. En este punto, un hábil uso de los emojis nos ayudará mucho. El principio básico es no ser nosotros mismos los generadores de tráfico de mensajes.
- Cuidado con las confirmaciones de lectura. Uno de los mayores inconvenientes de la comunicación escrita actual es la errónea interpretación de un mensaje. Así, si uno comprueba que el receptor ha leído un mensaje pero tras estar en línea no lo responde, puede sentirse ofendido o ninguneado, cuando posiblemente el destinatario simplemente quiera tratar ese asunto más tarde. En este caso, ver el mensaje desde la barra de notificaciones garantiza tu privacidad. Es decir, si lo ves desde ahí no aparecerán los dos tildes azules que indican que el mensaje fue leído.
- Aprovechar las ventajas de la voz. Si estás apurado y no tenés tiempo de teclear un mensaje breve, una buena opción puede ser utilizar la voz para transmitir esta comunicación.
- Tener las conversaciones importantes a mano. Si tenés a un par de usuarios frecuentes en tu lista de contactos podés arrastrar la conversación hasta el menú inicial de tu teléfono y acceder rápidamente a esa cadena de mensajes.
- Proteger tu privacidad. Si querés proteger tus conversaciones podés utilizar otras aplicaciones para añadir una contraseña a WhatsApp. Una de ellas puede ser ChatLook+.
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